Es necesario educar a los niños y a las niñas, desde edades bien tempranas, en resolución de conflictos, en mediación y en la cultura de la no violencia. Es por eso que me parece oportuno remarcar que deberíamos una dedicar un tiempo y un lugar específicos en las escuelas para que los alumnos aprendieran a gestionar sus conflictos en el entorno educativo. En mi opinión la inclusión de una asignatura específica contra el acoso escolar, a favor de la convivencia y para fomentar la educación emocional, debería ser una prioridad dentro de los planes educativos y no sólo la formación para los docentes.
La introducción en los centros educativos de este tipo de programas y herramientas que favorezcan el aprendizaje socioemocional de los alumnos tiene que ser un objetivo primordial para contribuir a la transformación de la sociedad en una sociedad pacífica y más justa. La Educación en Resolución de Conflictos (ERC) es un elemento clave en la construcción de una cultura de paz. La ERC fomenta la interacción, la participación y la comunicación entre escuela, familia y el resto de agentes implicados en la educación de las niñas y los niños, por lo tanto, se convierte en una herramienta necesaria para mejorar la convivencia social.
Una de las principales dificultades para convertir la Educación en Resolución de Conflictos (ERC) en una práctica rutinaria en la red educativa local es que el sistema educativo, todavía a día de hoy, sigue demasiado centrado en el profesor y no en las necesidades de aprendizaje de los alumnos. Esto forma parte de un modelo de educación tradicional en el que el profesor avanza a partir de un plan de estudios estándar establecido, sin tener en cuenta la diversidad del alumnado. Esa estandarización implica directamente que los centros escolares carecen de la suficiente autonomía para su ejercer su propia idea de organización y su propio proyecto educativo. Tanto los Directores como el resto del personal docente no dispone de suficiente control sobre su actividad como para poder implementar un modelo que salga de la “norma” vigente.
Otro posible motivo que impide la generalización de estos programas es la falta de tiempo. Los profesores no disponen de tiempo suficiente dentro del horario escolar para formar a los estudiantes en habilidades sociales que les permitan resolver sus conflictos de forma efectiva. El tiempo del que disponen está íntegramente destinado a cumplir el plan de estudios marcado por la Administración, no hay “tiempo que perder” si se quiere alcanzar los estándares esperados...
No podemos obviar la falta de formación e información de los docentes sobre programas de resolución de conflictos. Esa formación es importante y necesaria para cambiar la forma de enseñar y educar a las niñas y niños, para transformar la escuela en una comunidad de aprendizaje que logre erradicar la exclusión y el fracaso escolar.
Otro aspecto a tener en cuenta es la poca estabilidad de las plantillas de profesores en los centros escolares. Si la rotación de docentes es grande, cualquier intento de aplicar un programa, incluidos los de ERC, estará condenado al fracaso.
Tanto la falta de formación del profesorado, como la poca estabilidad de las plantillas son factores íntimamente ligados a la escasa aportación de recursos (materiales y humanos) que, en general, proporciona la Administración Educativa. Esto no favorece en absoluto la implantación de los programas pedagógicos de educación para la convivencia.
Es importante que el centro educativo tenga un notorio interés en formar a sus profesores y alumnos en la negociación de los conflictos, coordinándose con las familias y con el resto de actores implicados en la formación de los jóvenes (personal no docente, agentes sociales, administración pública, etc.), para favorecerla participación y la corresponsabilidad de todos miembros de la comunidad educativa.
Bajo mi punto de vista, tenemos que modernizar la escuela, adaptarla a la actualidad, replantear el sistema pedagógico y la propia concepción de la escuela y empezar a utilizar métodos nuevos que ofrezcan una mayor participación, implicación y responsabilidad del alumno en su propia formación.
En casa, las familias pueden (y deben) potenciar maneras no violentas de comunicarse y de vivir en casa para que los más pequeños entren en contacto con esta cultura desde el inicio de sus vidas.
Los padres y las madres debemos mantener una sólida relación con los hijos para fomentar en ellos un sentimiento de confianza que les haga desarrollarse plenamente y con felicidad. Esta relación debe ofrecerles protección, pero también el apoyo que necesiten a lo largo de su aprendizaje en la gestión de las emociones. Fomentar su autoestima, su autoconcepto, es básico para que se sientan fuertes y seguros de que si pueden gestionar su comportamiento con los demás y solucionar sus conflictos de forma no violenta. Recordemos que somos sus referentes y que ellos van a repetir las conductas que vivan en el hogar.
El desarrollo integral de la persona es un reto que todos debemos asumir para dar respuesta a las demandas sociales actuales, que pasan por crear personas con altas capacidades en iniciativa, empatía, escucha activa, manejo de sus emociones, solución de conflictos, trabajo en equipo… en resumen, inteligencia emocional.
Contacta con nosotros
Mándanos un mail
Horario